
Como profesional en constante búsqueda de mejorar, he descubierto que el feedback proactivo es una de las herramientas más valiosas para el crecimiento, tanto personal como profesional. No siempre fue algo natural para mí. Al principio, la idea de recibir retroalimentación me generaba cierta incomodidad. Sin embargo, con el tiempo comprendí que el feedback no es solo una crítica, sino una oportunidad para aprender y evolucionar.
Recuerdo un momento clave en mi carrera en el que tomé la decisión de buscar activamente la opinión de mi equipo sobre mi desempeño. Estaba liderando un proyecto complejo y quería asegurarme de que todos estuvieran alineados y satisfechos con mi forma de dirigir. Decidí organizar sesiones de retroalimentación abiertas, donde cada miembro del equipo pudiera compartir sus perspectivas de manera segura y honesta. Este paso, aunque desafiante, transformó por completo la dinámica del grupo.
Lo que descubrí durante esas sesiones fue revelador. Algunos compañeros me dieron sugerencias sobre cómo podría comunicarme de manera más clara, mientras que otros reconocieron aspectos positivos de mi liderazgo que yo mismo había subestimado. Este intercambio no solo me ayudó a mejorar mis habilidades, sino que también fortaleció la confianza dentro del equipo.
La clave del feedback proactivo radica en no esperar a que otros tomen la iniciativa. En mi experiencia, tomar las riendas y pedir retroalimentación demuestra un nivel de compromiso y humildad que las personas valoran enormemente. Además, este enfoque permite identificar áreas de mejora antes de que se conviertan en problemas y refuerza las fortalezas de manera consciente.
Adoptar esta práctica también me ha enseñado cómo dar feedback de manera efectiva. Aprendí que es esencial ser claro, respetuoso y constructivo, centrándome en comportamientos específicos y ofreciendo ejemplos concretos. Esto crea un ambiente donde todos se sienten cómodos compartiendo y recibiendo comentarios.
Hoy en día, considero que el feedback proactivo es una parte integral de mi desarrollo continuo. No solo me ayuda a mejorar mis habilidades, sino que también fomenta relaciones más abiertas y colaborativas en cualquier entorno. Mi consejo para quienes desean implementar esta práctica es simple: no teman preguntar, escuchen con una mente abierta y actúen sobre lo que aprendan. El crecimiento real comienza cuando transformamos la retroalimentación en acción.
El feedback proactivo no es solo una herramienta; es una mentalidad que impulsa el progreso. Y lo mejor de todo, es algo que está al alcance de todos, siempre y cuando tengamos el valor de buscarlo.
Insto a todos a buscar esta instancia, indistintamente sea una práctica adquirida o no por la compañía a la que prestas servicios, así más allá de las funciones que debes desempeñar y cumplir por tu Rol, servirá tener un termómetro constante sobre el cumplimiento de las expectativas del lugar donde trabajas.
Escrito por Juan Carlos Toro Rodríguez
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